La palabra griega para felicidad es “eudaimonía”, compuesta por “eu” que significa bien y “daimon” que significa divinidad. Obtendrá la “eudaimonia” quien lleve un buen espíritu o ánimo; o quien actúe como un dios bueno. A ése se le llamará feliz.
En la antigua Grecia, Platón definió la felicidad como “lograr el equilibrio entre las partes del alma; esto es, vivir de acuerdo con el orden natural”. Sócrates sostiene que es la “imperturbabilidad”, la ataraxia. Según Epicuro, el punto máximo del placer. (Cuando uno llega a este punto, se borran todas las inquietudes y se obtiene una serenidad total).
Según el epicureísmo, esta “eudaimonía” se podía alcanzar por dos vías:
1. La ausencia de preocupaciones o “ataraxia”
2. El placer “hedoné” (que no tiene nada que ver con el placer que buscamos hoy día).
“No son los convites ni los banquetes, ni el disfrute de muchachos o mujeres, ni de pescados y otros manjares que pueden darse en una suntuosa mesa los que hacen dulce la vida, sino un sobrio raciocinio que investiga perfectamente los motivos de toda elección y de todo rechazo”.
La palabra felicidad proviene del adjetivo latino felix que significa fecundo; se cree que este adjetivo proviene del verbo felare que significa mamar y la desinencia femenina –ix (como en actrix), por lo que denominaba a una mujer que amamanta. El adjetivo felix también se aplicaba a la tierra y a los árboles. Es decir, los romanos pensaron que la felicidad la poseía quien fuese fructífero.
Démeter y su cornucopia
La felicidad, a pesar de ser un estado de ánimo, es perseguida por el ser humano, quien querría mantenerla permanentemente, aunque en la realidad no sea posible. Por eso, solemos preguntar ¿eres feliz? (a pesar de cualquier circunstancia) pero jamás preguntaremos ¿eres triste? más bien si estás triste. La diferencia entre el uso del verbo ser o estar expresa justamente este anhelo de perpetuidad.
En fin, pareciera que la idea de felicidad ha cambiado a través de los tiempos. Hoy día, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la felicidad es un estado de ánimo provocado por la posesión de algún bien.
Este bien no necesariamente tiene que ser material. Cuando uno posee bienes intelectuales, espirituales también se es fecundo. Razón, bondad, amor nos hace seres fructíferos. De cualquier forma, espero que cada quien alcance en esta época su propia felicidad, tal cual la conciba su razón o su corazón.
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