La palabra entusiasmo significa etimológicamente el que está poseído por dios, o tiene a dios dentro de sí; el que está inspirado o acompañado por los dioses; ya sea Ares, Pan, Eros u otro cualquiera; es decir, se necesita tener entusiasmo para la guerra, para el amor y cualquier otra actividad humana. Pareciera que los dioses guían al entusiasta con su fuerza y sabiduría para lograr transformar la naturaleza o realidad que les rodea.
Esta palabra griega significa la emoción o agitación interior; las sacudidas de los nervios, las contracciones violentas del corazón, la perturbación de las entrañas, las contorsiones de la pitonisa de Delfos al momento de recibir el espíritu de Apolo y preparase para pronunciar el oráculo: la posesión del dios.
Pitonisa con la rama de laurel que masticaba |
El oráculo del Templo de Apolo en Delfos era presidido por la Pitonisa o Pitia, una mujer que podía tener hasta 50 años que daba respuestas al consultante.
La Pitonisa se sentaba sobre un trípode colocado en una pequeña habitación llamada aditon, situado al fondo del santuario de Apolo Pitio (lugar sagrado de acceso prohibido, también conocido como sancta sanctorum).
La Pitonisa se sentaba sobre un trípode colocado en una pequeña habitación llamada aditon, situado al fondo del santuario de Apolo Pitio (lugar sagrado de acceso prohibido, también conocido como sancta sanctorum).
En el siglo XVII, los deístas ingleses llamaron entusiasmo a cualquier actitud religiosa que mostrara la presencia de Dios en sus criaturas.
Después significó una “especie de fanatismo o deslumbramiento fascinador, especie de poético arrebato, que puede recaer sobre temas políticos, sociales, morales, religiosos, bélicos, democráticos, libres o coercitivos y restrictivos, etc. ; como también sobre individualidades aisladas; todo en el campo de la realidad, o en los espacios de la fantasía”.
Hoy día, se dice que se pueden inducir esos “trances divinos” a partir de la ingesta de en- teó- genos, sustancias químicas que provocan un estado modificado de conciencia, capaces de provocar la ilusión o sensación de que un dios nos ocupa. Tras una sensación de vértigo y sudor frío viene un gratificante calor unido a un profundo y plácido bienestar; luces brillantes e intensas se manifiestan a la vista, y el tiempo y el espacio habituales desaparecen. Una sensación de haberse unido con el TODO embarga al comensal.
enteógenos en la antigüedad |
Sea un dios o un alucinógeno, este mundo necesita de gente entusiasta para sobrevivir.
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