21 enero 2011

Sagrado



                                           Templo de Posidón en Cabo Sounion
                                                          (foto de corbis/charles)                              

Las primeras acepciones que aparecen en el diccionario son las de “digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad”; y “que es objeto de culto por su relación con fuerzas sobrenaturales de carácter apartado o desconocido. El término proviene de la raíz sacer. Este concepto de lo sagrado, acompaña al hombre desde las épocas más primitivas y era, por tanto, objeto de rituales sacros. Para denominar a aquéllos que llevaban a cabo tales ritos,  se utilizó la palabra sacerdote.

     En Grecia y Roma, eran comunes los sacrificios que consistían en la inmolación de ciertos animales: caballos para Neptuno, el chivo para Baco etc. La inmolación consistía en un principio en derramar sobre la cabeza de la víctima harina de trigo puro mezclada con sal, pero más adelante se llamó inmolación al sacrificio completo.

     En Grecia, el sacrificio de cien bueyes recibía el nombre de hecatombe. (hekatón, cien boũs, buey). Muy pronto, la palabra se extendió a todo gran sacrificio, independientemente del número de víctimas y del animal.

     Curiosamente, el hueso situado en la base de la columna vertebral y en la porción superior de la pelvis se llama hueso sacro. Se dice que fue un hueso ofrecido a los dioses en sacrificios. De acuerdo con los romanos primitivos, este hueso era indestructible, y era la parte del cuerpo que seria capaz de levantar a un muerto o resucitarlo, el hueso sacro se quemaba para servir de ofrenda a los dioses romanos, de ahí nace la palabra sacramento.

     Para Mircea Eliade lo sagrado siempre requiere de un "espacio sagrado", que se relaciona con la creación o fundación del mundo. Él dice que siempre que algo es sagrado existe porque descubrimos un axis mundi; es decir un "eje del mundo" que da sentido al universo al hacer que el caos se convierta en orden o cosmos.

     Hay quienes opinan que lo profano ha intentado destruir lo sagrado. Pero en realidad sólo quiere ser otra forma de lo sagrado, pues todos necesitamos un “axis mundi” para construir nuestro propio universo.

     Hoy día, la palabra sagrado no necesariamente tiene un sentido religioso. Si revisamos el diccionario, encontraremos que también significa digno de respeto o de veneración. Por lo que seamos religiosos o no, creyentes o ateos, todos tenemos asuntos sagrados en nuestra vida; es decir, existen cosas dignas de respeto o de veneración que nos proporcionan un orden. Para algunos, Dios; para otros, la vida misma, la naturaleza, la madre, el amor, la familia, el conocimiento o la verdad. No importa donde depositemos nuestro cuidado o nuestra fe o confianza; como seres humanos, necesitamos de lo sagrado para así poder habitar dentro de un orden o cosmos creado por Dios, la naturaleza o, quizá, por nosotros mismos. 

15 enero 2011

Tlaltecuhtli, una diosa dual


Si visitan el museo del Templo Mayor en la Ciudad de México, podrán apreciar al dios/diosa Tlaltecuhtli en su característica femenina, hallado el 2 de octubre de 2006. Es un monolito de piedra volcánica de 4 por 3.50 metros, con un espesor de 40 centímetros y un peso aproximado de 12 toneladas. 



En esta representación, aparece como señora de la tierra, con grandes garras en vez de manos y pies, cuerpo humano, cabello rizado, dos círculos en las mejillas y la boca abierta para sorber un flujo de sangre.

Me recuerda a las imágenes del “gorgoneion”, amuleto apotropaico que inducía horror al mostrar la cabeza de la gorgona, con cabello rizado (una supuesta característica de las deidades del inframundo), y una  lengua de fuera escurriendo sangre (lo que le daba la apariencia de tener barba).



El mito cuenta que Tlaltecuhtli era un monstruo marino ancestral, que personificaba el caos precedente a la creación; Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, convertidos en serpientes, la dividieron a la mitad, Usando una mitad para crear el cielo y otra para crear la Tierra, por lo que en un principio, era madre de todas las criaturas: las plantas, los animales, los seres humanos, del Sol y de la Luna. Pero al final de los tiempos, en el momento de la muerte, ella misma devorará a sus hijos; por lo que se le representa también como reptil listo para abrir sus fauces y engullir a sus hijos, pues reclama sangre humana. Es decir, también se le conoce como el “monstruo de la tierra”.


  Esta es la imagen que se encuentra en la base de la Coatlicue. Es Tlaltecuhtli en su característica masculina o como monstruo de la tierra.

Todas las deidades que son advocaciones de la madre tierra, como Tlaltecuhtli, Coyolxauhqui o Tonantzin, son representadas como mujeres  con aspectos monstruosos. Son muy veneradas, pero también muy temidas. La dualidad de las religiones mesoamericanas se funden en una sola divinidad: el bien y el mal, la creación y la destrucción, lo femenino y lo masculino, el mar y la tierra, la veneración y el temor.

Es muy interesante ver cómo otras culturas presentan algunos rasgos semejantes en sus deidades primigenias. Tal es el caso de Tiamat, diosa/monstruo marino primitivo, cuyo nombre significa vida y madre. Es un monstruo hembra, maléfico de la mitología babilónica.

Tlaltecuhtli es una deidad dual (dios-diosa) mexica paridora y devoradora de los seres humanos, A pesar de que su nombre es un pronombre masculino náhuatl, muchas de las representaciones de Tlaltecuhtli la muestran con características femeninas y en posición de parto.

No se pierdan la oportunidad de contemplar esta pieza magnífica que sintetiza gran parte de nuestra cultura.
(artículo redactado para la diosa favorita de Marcela)






11 enero 2011

Enero, inicio de año



JANO fue el rey más antiguo del Lacio. Durante su reinado, Saturno fue expulsado del cielo y acogido por Jano. Saturno, muy agradecido por el favor, le otorgó el don del doble conocimiento del pasado y del futuro. Por esto se representa a aquel rey con dos rostros. Porta, además, una llave en una mano y un bastón en la otra, la llave señala que abre la puerta del año; el bastón, que preside en los caminos. Da su nombre al primer mes del año: Januarius o enero.

Jano tenía un templo en Roma que se cerraba en tiempo de paz y se abría en tiempo de guerra. Las puertas de este templo estaban cerradas con cien cerrojos y con barras de hierro, a fin de que fuese más difícil abrirlas; significando con esto que la guerra, que es el más cruel azote para la humanidad, jamás debía emprenderse ligeramente.
Declarada la guerra, abría el templo el cónsul, permitía el libre paso al pueblo entero, bajaban los escudos colgados en las paredes, y los golpeaban llamando a guerra con el grito de ¡Marte, despierta!

Cuenta la mitología que cuando los Sabinos entraron a la ciudad buscando a sus mujeres raptadas, Jano, al ver la inminente derrota de los suyos, hizo brotar un gigantesco torrente de agua hirviendo que salía de su templo, con el cual hizo que retrocedieran.

Curso de mitología griega febrero 2011