Monstruos
Hoy día, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra “monstruo” como “un ser fantástico que causa espanto”.
La forma más común de inventar
monstruos es mediante la combinación de hombres y animales –aunque existen
animales fantásticos conformados sólo por partes de animales como el unicornio
o Pegaso, el caballo alado, o el dragón y la quimera–. La Grecia antigua se ha
encargado de heredarnos un gran número de seres fantásticos. ¿Quién no ha
escuchado hablar del Minotauro, ser mitad hombre y toro; o de las Gorgonas que
tenían serpientes en lugar de cabellos; o de las arpías, horrendas mujeres con cuerpo de ave de rapiña, orejas de oso y afiladas
garras; o de los centauros, seres híbridos conformados por el torso de hombre y
cuerpo de caballo; y no podemos olvidar mencionar a las sirenas, mujeres
hermosas con alas de ave o cola de pescado.
Centauro
En la antigüedad, se creía que los monstruos no
provenían de la imaginación, sino que eran de procedencia divina. Bastaría con
dar un vistazo al panteón[1]
egipcio, para darnos cuenta de que sus dioses tenían el cuerpo de hombre y
cabeza de animal (Amón tenía la cabeza de ternero; Anubis, de chacal; Bastis,
de gata; Apis, de buey, etc.).
Sekhmet, la diosa leona (forma encolerizada de Bastet, la diosa gata).
Las palabras con las
que nombramos a estos seres nos recuerdan, en sus significados primitivos, las
funciones o las cualidades que tenían estos personajes. Cuando hablamos de animales fantásticos,
hablamos del asombro que provocan ante la mirada, pues son seres que se
manifiestan, se aparecen, se muestran. Eso es lo que significa la raíz griega
que conforma la palabra fantasía. El
mismo significado que tiene la palabra monstruo,
sólo que de procedencia latina. Monstrare
significa mostrar, y procede de monere
que significa avisar o advertir.
La aparición de los
monstruos era vista, pues, como el deseo de los dioses por enviar una
advertencia a los hombres. Algunos escritores como Cicerón y Sextus Pompeius,
en sus libros Sobre la Naturaleza de los dioses y Sobre el significado de las palabras,
respectivamente, escriben acerca del monstruo, que "monstrat futurum,
monet voluntatem deorum", es decir, muestra el futuro y advierte la
voluntad de los dioses.
Algunos de los seres fantásticos más interesantes en
el ámbito religioso son los sátiros, criaturas mitad hombre y mitad carnero,
con orejas puntiagudas, cuernos en la cabeza, cola de macho cabrío y falo
permanentemente erecto. Eran criaturas salvajes, de sexualidad desmedida,
símbolo de lascividad y embriaguez.
Satiro
Uno de los sátiros más “divinos” fue el llamado "Pan",
mezcla de hombre con cabra. Representaba a toda la naturaleza salvaje. De su
nombre proviene la palabra pánico, abreviación de deima panikon (terror causado por Pan), ya que se le atribuían los ruidos
de truenos que se escuchaban en montañas y valles y que asustaban a las
manadas, a los campesinos y a los pastores. También
se le atribuían dones proféticos
(cumpliendo con su misión de monstruo).
Pan
A su muerte, por ser una deidad tan importante, todos
los animales, plantas y rocas lloraron y gritaron a causa de su partida.
Desapareció el culto a los dioses de la naturaleza y apareció una nueva era con
el culto cristiano, que convirtió a Pan en el mismísimo diablo, para alejar a
la población del culto pagano.
Lo que en tiempos
antiguos era merecedor de rituales y cultos, pues ayudaba a los hombres con sus
advertencias, hoy día, no sólo nos parece producto de la imaginación, sino
también, nos provoca un enorme temor en las pesadillas.
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