Psique era una joven de extraordinaria belleza; a pesar de ser hija de un rey, nadie se atrevía a solicitarla en matrimonio, pues temían que si ella les pertenecía, se incapacitarían para todas las otras misiones del hombre: la sabiduría, el ejercicio del poder, la guerra.
Un día, junto con sus tres hermanas, estaba en el jardín de palacio. Eros, armado de su arco y de sus flechas envenenadas. vagaba por ahí. Cuando ve a Psique, bañándose en una fuente, sorpresivamente hace un movimiento brusco, pues jamás había visto una mujer tan bella, y se hiere con la punta de una de sus flechas. Eros, ahora, está perdido de amor por ella, pero no puede hacerla suya de una manera normal, porque él es un dios y ella es una mujer.
Eros, haciéndose pasar por un oráculo, les dice a los padres de Psique que los dioses han destinado un esposo para su hija. Deberán vestirla de novia y abandonarla en un determinado sitio donde será recogida por su futuro esposo.
Así lo hacen. Psique espera impaciente durante mucho rato, pues desea disfrutar de las delicias del amor que tanto le han contado. Por fin, cuando empieza a declinar el día, es transportada a través del aire a un palacio de ensueño, rodeado de un jardín maravilloso donde escucha una voz como un susurro del aire que le dice:
—Pide cuanto quieras y todos tus deseos serán satisfechos.
Todo lo que pide aparece en seguida más hermoso de lo que ella hubiese podido imaginar; excepto el dueño mismo de esa misteriosa voz. Ella sigue intrigada y feliz.
Todo lo que desea se lo sirven manos invisibles. Al caer la noche, pide una luz, pero esta vez no es cumplido su deseo. Debe buscar la cama a tientas y debe acostarse a oscuras. Y entonces, en la oscuridad, el aire de la estancia se convierte en una voz suave :
—Aquí está tu esposo, Psique. Ámame como yo te amo. No puedo decirte mi nombre ni puedes ver mi rostro, pero, a pesar de todo, si me amas como yo a ti, seremos felices.
Eros y Psique de Canova
Psique es amada de una forma maravillosa. Es feliz como nunca otra mujer lo ha sido. Espera con ansia la primera luz del día, pero un poco antes del primer amanecer, queda profundamente dormida. Cuando despierta ya brilla el sol y ella está sola en el palacio. Así sucede todas las noches durante mucho tiempo.
Cada noche, Psique pide a su amado que se deje conocer, aunque sólo sea un instante, pero siempre recibe la misma contestación:
—No me lo pidas. Es imposible.
—¿Por qué?
—No lo puedes saber. No lo comprenderías.
Psique empieza a sentirse angustiada. La paz ha desaparecido de su espíritu. Una noche pregunta a su misterioso caballero si puede volver a ver a su madre y a sus hermanas. A lo que su caballero responde que sí.
A la mañana siguiente, despierta en el palacio de su padre. Allí es recibida con mucha alegría. Su madre y sus hermanas no terminan de hacerle preguntas. Psique lo cuenta todo y sus hermanas le dan una lámpara para que la encienda de noche mientras su amado duerme. Así podrá verle el rostro sin que él se entere.
Eros y Psique de Reinhold Begas
Al anochecer, Psique es llevada otra vez misteriosamente por los aires al palacio del amor. Cuando su amado se ha dormido, Psique enciende la lámpara y ve que entre sus brazos tiene a Eros, el mismo dios del amor, el amor mismo, bello, maravilloso, imagen de un sueño. Tan absorta está en la contemplación del rostro amado, que no advierte que ha inclinado la lámpara y una gota de cera ardiente cae sobre la piel de Eros.
—¿Qué has hecho? Ahora todo ha terminado. Sabes quién soy y no puedo permanecer a tu lado. Ni puedo quererte. ¡ Adiós !
Psique quiere retener al amor y no lo consigue. Todo se desvanece, pero ella sólo sabe una cosa: que no puede vivir sin él. Ella quiere morir, pero no puede; está condenada a expiar en vida su pecado de curiosidad.
Tras una larga peregrinación, Psique encuentra el templo de Afrodita; entra a pedirle ayuda, pero la diosa la recibe enojada y la trata sin piedad. Finalmente, accede a escuchar su ruego y le pone tres pruebas: conseguir agua de la Fuente de la belleza que custodia un dragón, conseguir lana de un carnero que se encuentra en la cima escarpada de una montaña, para coserse un traje, y separar en una noche las semillas de trigo, maíz y mijo que llenan todo un granero.
El inmenso amor de Psique le da el valor suficiente para salir victoriosa de las dos primeras pruebas. Afrodita, al comprender que su amor es auténtico, decide ayudarla en su tercer prueba. Llama a todas las hormigas de la tierra que acuden en tropel, y en el poco tiempo que falta separan los granos en tres montones.
Afrodita todavía exige de ella que se unja con la esencia de la inmortalidad que guarda Perséfone, la diosa de la ciudad de los muertos. Psique consigue llegar a los infiernos y pide a Perséfone la esencia de la inmortalidad. La diosa se la da a cambio de su voz. Pero ¿ahora cómo podrá contarle sus aventuras a su amado?, ¿cómo podrá convencerlo de su gran amor por él?
Eros vaga por la tierra entristecido sin poder olvidar a la mujer amada; oye un llanto a lo lejos; sigue el camino del llanto y llega hasta Psique. La ve tan arrepentida y tan enamorada, que le infunde un sueño y, así dormida, la lleva hasta el Olimpo, la presenta a Zeus y le pide piedad para los dos. Zeus consulta con Afrodita y deciden perdonarla. Así Psique recupera la voz al mismo tiempo que consigue la inmortalidad. Desde entonces reside en el Elíseo con los otros dioses, siempre en compañía de Eros. Y si alguna vez bajan a la tierra, van siempre juntos los dos a influir en la vida de los hombres.
Muchos han dicho que la historia muestra que el amor verdadero se da en el alma. Yo opino que también puede dar fe de la enorme capacidad de imaginación que tiene el hombre. Nos enamoramos de todo aquello que deseamos ver en el otro. La mente, a veces, nos puede jugar una broma pesada.
¿Cuántas veces miramos verdaderamente al objeto de nuestro amor? Es decir, ¿realmente lo miramos? o lo que vemos es producto de nuestra mente? Siempre es hermoso, maravilloso, excepcional, es el mejor. Y los otros a nuestro alrededor no entienden cómo podemos ver todo eso en un ser tan imperfecto como nosotros mismos. Otorgamos al otro las características que nosotros anhelamos poseer. Lo amamos en una profunda oscuridad o desconocimiento de la realidad. Desgraciadamente, cuando encendemos nuestra lámpara, a veces, no encontramos al maravilloso y hermoso Eros recostado a nuestro lado.
parte de la instalación sobre la erótica de La Tierra que nos parió
A pesar de esta posible desilusión, bien vale la pena vivir tan hermosa fantasía. Permitámonos pues amar con toda el alma... o mejor aún, con toda nuestra mente.
N. B. recordemos que el vocablo psique significa tanto alma como mente.
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