Cuando das órdenes, esperas que te obedezcan. Y, si no lo
hacen, preguntas: ¿No me escuchaste? Para obedecer, lo primero que necesitamos
es escuchar y comprender la orden. La palabra obedecer proviene del latín
obedire, conformada por ob + audire (que en español se convirtió en oír). Obedire
significa dar oídos, por lo tanto creer, estar de acuerdo (acordar= tener
próximos los corazones). Hay una frase que dice “A palabras necias, oídos
sordos”; es decir, esas palabras no se escuchan, no se les da crédito, no se
esta de acuerdo con ellas.
Otra palabra que alude al oído
es el vocablo absurdo (ab+surdus= sordo). Un hombre absurdo es, por supuesto,
aquél que es incapaz de entender al mundo, pues está sordo frente a él.
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